lunes, 26 de junio de 2017

Trabajos prácticos SELECCIONADOS de Narrativa Universal I (América)


1) Existen varias taxonomías propuestas por Todorov presentes en la película Paterson de Jim Jarmusch. Procederemos a realizar un análisis siguiendo su orden de aparición en “Las categorías del relato literario”.
Comenzaremos, de este modo, con la primera categoría del relato como discurso, a saber, el tiempo del relato. Como espectadores, seguimos la linealidad del tiempo del discurso, dada por la semana que transcurre desde un lunes hasta el lunes siguiente en la vida del personaje. Nos situamos en la cotidianeidad de Paterson y somos testigos de su rutina como conductor de colectivos y de la actividad que practica en su tiempo libre y en otros instantes breves antes de comenzar su trabajo y durante su almuerzo: la escritura de poesía. Asimismo, el tiempo de la historia, pluridimensional según Todorov, se desarrolla a través de varios ejes. En Paterson lo percibimos a partir de su trabajo diario por toda la ciudad y de los breves momentos de escritura que son un tiempo paralelo pero fundamental en la narración. También sabemos que la novia está en casa pintando paredes, cortinas y vestidos y que prepara cupcakes o toca la guitarra durante ese mismo período. Conocemos igualmente que Marvin tuerce el buzón del correo todos los días y que Paterson lo endereza al llegar a su casa, también como una rutina. No existe una deformación temporal en sentido estricto sino más bien una prolongación, un paralelismo y una repetición del tiempo real a través de la escritura per se y del monólogo interior del personaje al repetirse a sí mismo lo que piensa o deja por escrito. Los fines estéticos son evidentes, ya que presenciamos como espectadores el proceso mismo de elaboración de poesía.
Otra taxonomía que puede observarse es la intercalación de historias en el personaje, considerando nuevamente su “doble vida” como conductor y como poeta. Ambas actividades están fuertemente relacionadas y dependen la una de la otra. Ser chofer le provee parte del material que luego repondrá en la hoja en blanco y escribir será como un viaje sin destino aparente. Del mismo modo, asistimos a la alternancia de historias, por ejemplo cuando observamos la vida diaria de Paterson y de la novia. Todos los otros personajes que de algún modo u otro van ingresando al relato adhieren ingredientes relacionados ya sea con el arte (Doc y el ajedrez, Everett y la actuación), con la poesía (la nena, el turista japonés), con el ritmo (los chicos en el auto, el rapero de la lavandería) o con personas famosas oriundas de Paterson o relacionadas con el lugar mismo (Hurricane Carter, Lou Costello, Iggy Pop, Gaetani Bresci, Allen Ginsberg y el mismo William Carlos Williams), poniendo en evidencia el tejido del relato en las historias mínimas de personajes secundarios y otros menores.
En cuanto al tiempo de la enunciación o de la escritura, este se torna crucial en la película no sólo porque se exploran recursos técnicos propios del lenguaje cinematográfico como la música incidental, el juego de la cámara subjetiva y objetiva y los planos cercanos y paneos al ver los poemas y al poeta sino que también como espectadores quedamos suspendidos e imbuidos en una nueva temporalidad independiente mientras las palabras aparecen en el papel y en la pantalla. La superposición de imágenes difuminadas como fondo, ya sea de la cascada, de la cara de Laura (su novia) y del trayecto en el colectivo durante la escritura refuerzan la importancia del proceso mismo de creación en su devenir. Ligado a este, el tiempo de la percepción o de la lectura que experimentamos como espectadores nos hace partícipes del entramado y nos deja la impresión de que en Paterson, New Jersey, la poesía vive y se respira en cada rincón. El tempo de la narración, que por momentos se torna lento y se detiene en los detalles, nos muestra los materiales de los que se vale Paterson para crear su poesía: la cotidianeidad de su ciudad, los objetos, las personas y los lugares que lo rodean. Desde un principio, hay marcadores temporales como días, horas y actividades de los personajes que indican los sucesos y los sitúan en su contexto. Somos guiados y conducidos de este modo en la historia.
Una segunda categoría examinada por Todorov corresponde a los aspectos del relato. La complejidad de dicha taxonomía reside en que se dan los tres tipos de percepciones en el narrador en este film con respecto a Paterson, a Laura y a Marvin (el perro). Por un lado, la visión “por detrás” se da especialmente con Laura. El narrador sabe todo lo que Laura desconoce acerca de los poemas de Paterson (qué, cuándo y dónde escribe, cómo mantiene los borradores mentalmente, qué interrupciones sufre y cómo reanuda su escritura), sabe que él va al bar todas las noches y que vuelve con un leve aroma a cerveza porque efectivamente toma cerveza y, a su vez, sabe que a Paterson le incomodan ciertas “excentricidades” de su novia, tales como la comida experimental con ingredientes como la quinoa, las “tartas secretas” y sus sueños cambiantes (un día tener un negocio de cupcakes, al otro ser cantante country). En determinado momento sabe más que Paterson, debido a que nos muestra que Marvin deliberadamente tuerce el buzón a diario provocando luego el acto frenético de Paterson por volverlo a su lugar, en un acto de desafío y rivalidad hacia el personaje. La visión “con” la comparte tanto con Laura como con Paterson, al conocer y presentarnos en detalle tanto los hobbies de ella como la escritura de él a lo largo de la película. La visión “desde afuera” se refiere a lo que piensa Paterson sobre su propio proyecto de escritura como un proyecto de vida. El narrador es, en este caso, sólo un testigo, quizás tan absorto como el espectador ante la imperturbabilidad de Paterson. No sabe qué pasará respecto a los consejos constantes de Laura acerca de la publicación de los poemas ni mucho menos acerca de la actitud del personaje ante el obsequio de una nueva libreta. Sólo quedan las palabras de Paterson ese domingo ante su novia: “No eran más que palabras escritas en el agua”. Tanto narrador como espectador sólo podemos acceder a ese conocimiento limitado y producir múltiples interpretaciones sin ninguna certeza. Existe también una especie de “visión estereoscópica” en la película a partir de la destrucción de la libreta secreta de Paterson tras escribir el séptimo poema. Podemos apreciar la pluralidad de percepciones a partir de la mirada inicial de Marvin hacia la libreta en el sofá y su plan de molestar a Paterson y rompérsela. Por otro lado, luego vemos la profunda culpa de Laura y su intento por reconstruir los pedazos y salvar lo que cree la obra maestra de su novio. Paterson, por su parte, parece inalterable y sólo se limita a salir a dar un paseo.
De esta forma, pasamos a la última taxonomía propuesta por Todorov: los modos del relato. Tomando como referencia la historia, podemos decir que se nos narra el día a día de Paterson y sus allegados en el lapso de una semana. Si consideramos el discurso, detectamos cierta intrusión del narrador durante la escritura de Paterson a través de la voz en off, que nos dice algo acerca de la construcción de esos borradores mentales, la resonancia y repetición de los versos aún no escritos en la mente del personaje, y finalmente el acto de plasmarlos en la página en blanco. Esto nos da un panorama más abarcador acerca del lugar de la poesía en la vida del personaje e igualmente del homenaje que rinde al poeta William Carlos Williams tras su constante mención, localización espacial y utilización de su obra en la película. Dentro del discurso, pero más precisamente entre los mismos personajes, podemos ver el lugar que ocupan las conversaciones acerca de la poesía: la constante instigación de Laura a Paterson de publicar los poemas, la mención de poetas como Petrarca, Dickinson, Ginsberg y el mismo William Carlos Williams y el metadiscurso sobre la poesía en la ocasión en que Paterson y la nena dialogan sobre la rima  en el poema. Lo dicho anteriormente se asienta en una base lingüística. Sin embargo, de igual importancia son los recursos técnicos para contarnos la historia que profundizan la relación escritura-vida. Abundan los paneos, travellings, el uso de distintos planos y la superposición de imágenes tanto de la biblioteca de Paterson como de las fotografías en el bar y de los diferentes paisajes que en este último caso vieron tanto William Carlos Williams como Paterson.
La imagen del narrador que se nos revela es la de quien dispone en la linealidad de una semana aparentemente rutinaria un tiempo otro de escritura y de lectura, dado por el tópico que se pretende explorar estéticamente: la poesía y, en particular, la poesía de William Carlos Williams. Cada uno de los ocho poemas lo revive y homenajea en su particularidad. La narración se vuelve circular y culmina en un nuevo punto cero de enunciación donde la página en blanco es igual al nuevo lunes que está por comenzar. La imagen de espectador/lector creada a partir de dichas observaciones es aquella de alguien que sigue paso a paso la cocina de la escritura de un poeta urbano. Presenciamos cómo la poesía no proviene de la academia ni de los literatos sino de seres que toman sus materiales de la materialidad misma de la vida cotidiana: objetos, paisajes y personas circundantes. Acompañamos a Paterson y lo reconocemos como un gemelo de William Carlos Williams. Estimamos la apreciación que se hace de la poesía en la película como parte fundante de la vida, como una presencia ubicua para los personajes y el narrador durante la película.
Una última taxonomía que mencionaremos brevemente es la correspondiente a la infracción al orden de la historia y del discurso respectivamente. No consideramos que tales categorías se den expresamente, ya que de alguna forma el desenlace un día lunes nos brinda más bien la idea de circularidad y comienzo del relato. La vida de este conductor siempre será igual así como el reto del poeta siempre será la página en blanco y las palabras que se desprenden del sujeto para funcionar por sí mismas en otro universo. Si bien nos vemos privados de conocer lo que Paterson realmente hará con su nueva libreta, nuestras interpretaciones podrían ser más bien que seguirá escribiendo mentalmente versos como en el caso del último poema que leemos y escuchamos pero que Paterson sólo se repite a sí mismo. Desconocemos acerca de una posible futura publicación con la aparición de esta nueva libreta en su vida así como de algún cambio significativo, puesto que la narración continúa su ritmo de la misma manera en que lo venía haciendo.
2) Uno de los aspectos más interesantes en el proceso de construcción de los poemas en la película es que Paterson hace uso del material que literalmente tiene al alcance de su mano: una caja de fósforos, la cara de su novia, el cuerpo en el poema. Efectivamente, ser conductor de colectivos despierta en él esa sensibilidad por entrometerse y escuchar los diálogos de los pasajeros, por observarlos y estudiar a la gente del lugar. Interactúa al menos con otros dos poetas: una nena que comparte uno de sus poemas con él y un turista que le regala un cuaderno al final. Posee lugares selectos para desarrollar su actividad en soledad: el sótano de su casa, el mismo colectivo antes de comenzar su rutina laboral y la cascada, lugar predilecto en el que aparentemente las palabras tanto como el agua buscan su curso y fluyen en su devenir.
El lenguaje utilizado lo va conformando como sujeto, el cuerpo de sus poemas está constituido por todo ese fluir de gente, objetos y lugares que forman parte de su vida y que lo determinan como un ser situado en su contexto, en su presente e inevitablemente como forma de eco de William Carlos Williams.
Otro aspecto a destacar es que, al igual que en el caso de William Carlos Williams, sus poemas también funcionan como máquinas. La poesía de Paterson es transparente, prescinde del adorno, se caracteriza por su brevedad y efecto, relaciona universos especulativos con el aquí y ahora y siempre interpela a otro. Hay una fuerte marca de la oralidad, en algunos casos como instaurando el discurso y en otros como proveniente de una articulación anterior y de otros discursos entramados. En su verso libre también hay rimas internas (poema Pumpkin), repeticiones (poemas The line y Glow) y siempre cavilaciones acerca del tiempo, la belleza, el amor para luego caer en una escena cotidiana como ir a preparar el café (Glow) o tomar una cerveza en el bar (Another one) desde una lengua propia. Esta presenta todos los rasgos de la oralidad: interpelación a su novia en Pumpkin y Glow; dichos populares y marcadores de la oralidad en Another one y en The line; soliloquio en Poem y The Run y conversación con otro en Love poem. El ritmo se acelera y la respiración se entrecorta durante la repetición mental de los versos. Existen imágenes que adquieren cierta “resonancia”, como por ejemplo: prender un fósforo en Love poem, la soledad de la escritura en Poem o la parte de una canción en The line o incluso la lluvia cayendo o disipándose (Water falls, The run). Las palabras se inscriben en otro orden: un fósforo deja de serlo para disparar una reflexión sobre otra cosa; el agua que cae no es agua corriente sino la lluvia, la línea de una canción no es pasajera sino que resuena infinitamente en el personaje.
El poema como máquina nace como necesidad genuina en Paterson. Constituye una búsqueda singular en su propio mundo y como parte creadora de él. Los poemas están tejidos desde el universo singular y cotidiano del personaje, de ahí, su belleza y su misterio. Encierran su propio ritmo, marcan sus movimientos y sus caídas y de este modo, las partes se entrelazan y pueden volverse indescifrables al lector. Paterson experimenta con la forma inconscientemente. Las palabras quedan ahí, él ha desaparecido. Se instiga al lector a participar, a construir, porque el poema sigue funcionando del mismo modo en que el agua de la cascada que presencia Paterson sigue fluyendo. 

Alejandra Privitera

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1) A partir de la lectura del artículo “Las categorías del relato literario” del teórico Tzvetan Todorov relacionar las taxonomías propuestas (tiempo del discurso, tiempo de la historia, deformación temporal, encadenamiento, intercalación, alternancia, tiempo de la enunciación, tiempo de la percepción, aspectos del relato, los modos del relato, objetividad y subjetividad en el lenguaje, imagen del lector, imagen del narrador, infracción al orden de la historia, infracción en el discurso) con la película Paterson de Jim Jarmusch.

2) En la introducción al libro William Carlos Williams (Universidad Autónoma de México, 2012) la traductora y prologuista Pura López Colomé formula las siguientes afirmaciones acerca de la obra del poeta norteamericano:
No digo que Williams haya sido el único en optar por la innovación; Pound cantó “Hagan cosas nuevas” durante sesenta años; el canto paralelo de Williams era: ¡la lengua norteamericana! “El verso libre no era la respuesta. Desde el principio supe que la lengua norteamericana debía dar forma al patrón. . .”
Y ¿cómo ocurre el proceso de formación? Para variar, Williams mismo lo describió en su introducción a La cuña: “Su movimiento es intrínseco, ondulante, de carácter físico más que literario. En el poema, este movimiento se distingue por el carácter del discurso del cual ha nacido. . .”
En esa misma introducción, Williams hace su famosa descripción del poema como máquina y enfatiza la importancia crucial del acto poético que comienza en el discurso que el poeta escucha: “Cuando un hombre hace un poema, lo hace, quiero decir, torna las palabras como las encuentra, interrelacionadas a su alrededor, y hace una composición. . .para que constituyan una revelación en el uso de su lengua.” Lo interrelacionado a su alrededor: el poeta no se encuentra aislado, tejiendo juegos verbales y anagramas; el poeta es aquel que anda por la vida escuchando, comprometiéndose, participando más que observando.
(…) En Williams una cosa era usar el lenguaje; otra, encontrar al individuo a través del lenguaje y otra, mezclar los elementos de la vida con modismos originales que hicieran las veces de válvula de la dicción poética formal (…)

Escribir una reflexión acerca de las afirmaciones en relación con la película de Jarmusch. Se recomienda la lectura de algunos textos de Williams disponibles en estos links.
http://transtierros.blogspot.com.ar/2015/12/william-carlos-williams-paterson-trad.html

Fecha de entrega: sábado 17 de junio.
Formato de entrega: tipografía times new roman n.º 12, interlineado 1,5, en hoja A4 impresas en una sola de sus caras.



1) Para abordar el relato como discurso, “palabra real dirigida por el narrador al lector” (1972: 174), Tzvetan Todorov separa en tres grupos sus procedimientos. El primero corresponde al tiempo del relato, en el que se expresa la relación entre el tiempo de la historia y el del discurso. En Paterson (2016, dir. Jim Jarmusch) la linealidad característica del tiempo del discurso se observa, por ejemplo, en la alternancia entre las actividades diarias del protagonista (su jornada laboral) y las de su esposa Laura, que pinta, cocina o toca la guitarra en su casa. Estos acontecimientos se desarrollan simultáneamente, pero el discurso se ve obligado, por su propia naturaleza, a proyectarlos en una recta, uno tras otro.
Esto es notorio en una obra cuyo realizador pareciera no necesitar romper la sucesión “natural” de los hechos, dado que narra una semana en la vida de Paterson, con sus rutinas laborales y momentos de esparcimiento, entre los que se cuenta su actividad como poeta, tal vez con la intención de vincular vida y poesía “naturalmente”, como la sucesión de hechos vitales. Por ello, podríamos afirmar que en el filme se busca reducir al máximo la deformación temporal, presentando una sucesión ordenada de acontecimientos sin alteraciones que pudieran anticipar el final o hechos medulares, como la destrucción de sus poemas manuscritos. Modificar el orden para anticipar este suceso hubiera provocado otros efectos en el espectador. Reduciría, por ejemplo, el sentimiento de desazón o pérdida irreparable que genera el acontecimiento ubicado, como está, en la sucesión “natural” de los hechos (este sentimiento luego termina con el encuentro con el poeta japonés que, al regalarle una nueva libreta en blanco, le propone un recomienzo de su actividad poética).
Todorov recuerda que “las formas más complejas del relato literario contienen varias historias” (1972: 175). Éstas pueden vincularse por medio del encadenamiento, la intercalación o la alternancia, proyecciones de las dos relaciones sintácticas fundamentales (coordinación y subordinación). No se registra, en la película, una relación del primer tipo, ya que no hay yuxtaposición de diferentes historias: el relato se concentra siempre en torno a los hechos de la vida de Paterson. Sí es posible hallar pequeñas intercalaciones cada vez que se incluye una historia dentro de la mayor. La rutina del protagonista lo lleva, por ejemplo, al bar donde escucha los relatos del dueño del local (Doc) y hasta, en una ocasión, presencia un conflicto entre éste y su esposa. En ese mismo espacio, se intercala la historia de amor entre una mujer (Marie) y su ex-novio (Everett), que no considera concluida la relación y que insiste al punto de fingir un intento de suicidio. En su trabajo, su jefe o supervisor le cuenta todos los días una serie de problemas que tiene en casa con su familia. También, al término de una jornada laboral, Paterson se encuentra con una niña que compone poemas y, hacia el final del filme, aparece el admirador japonés de William Carlos Williams, que es también un poeta. Todas estas historias se insertan en la principal, la de Paterson, y tienen como rasgo principal ser muy breves (salvo la de los enamorados del bar, que se completa con cada visita del protagonista). Son mayormente resultado de encuentros esporádicos con esos otros personajes que, más que contar sus historias en detalle, conversan con él y permiten entrever, como con pinceladas, historias mayores. A su vez, contribuyen a caracterizar al personaje (Todorov, 1972: 177): todas tratan sobre los vínculos amorosos y la actividad poética, dos cuestiones por las que está transido el protagonista. La más extensa de estas historias secundarias, la de los amantes del bar, conecta uno y otro tema, cuando se los relaciona con Romeo y Julieta, pareja en que lo lírico y lo amoroso se ligan estrechamente. El relato del jefe aborda el problema del tedio en las relaciones familiares, que surge paradójicamente de situaciones accidentales o repentinas que el hombre debe resolver; similar a ello, Paterson también se muestra sutilmente agobiado por los constantes cambios de rumbo de su esposa, que decide pintar, aprender a tocar la guitarra o iniciar un negocio de cupcakes. En ambas historias, se confronta la rutina absoluta (jornada laboral que repite todos los días las mismas tareas a la misma hora) con las alteraciones a ese orden diario que provienen del marco familiar.
Podemos hallar cierta alternancia en el modo en que se vinculan las historias de Paterson y la de su esposa. De ambos se cuentan sus rutinas –el trabajo en la compañía de colectivos y el que se realiza en casa, respectivamente– y sus pasiones –la poesía, la pintura decorativa, la música, la gastronomía–. Se trata de las únicas dos historias que, para ser contadas, requieren de la interrupción de una para retomar la otra, y su disposición establece paralelismos entre los personajes que integran la pareja.
En cuanto al tiempo de la escritura, tiempo de la enunciación que se torna elemento literario al introducirse en la historia, no hay registros del tiempo que le lleva al narrador escribir o contar su relato, con lo que la historia no se vuelve sobre sí misma. El único elemento similar recae en el protagonista y el proceso por el cual compone sus textos, que no son narrativos sino líricos. Muchas secuencias de su día a día incluyen escenas en que se lo ve escribir, corregir y ampliar sus poemas, con apariciones de los versos sobre la imagen. El tiempo de la escritura está vuelto, en la película, sobre la actividad poética de Paterson. Al existir una íntima relación entre poesía y vida, ya que los poemas se encuentran estrechamente ligados a la experiencia hogareña o laboral del personaje, y se introducen periódicamente en la historia, marcando un tempo, podríamos concluir que la recuperación de estos momentos actúa de un modo similar al tiempo de la enunciación, que se manifiesta muy a menudo en un relato que se confiesa tal.
Con respecto al tiempo de la lectura, “tiempo irreversible que determina nuestra percepción del conjunto” (Todorov, 1972: 177), éste se hace presente por medio de las indicaciones del paso de los días, hasta completar una semana en la vida de Paterson, y los planos detalle de su reloj al despertar por la mañana y durante su jornada laboral, que indican el horario. Se tornan, así, elementos literarios que el autor tiene en cuenta en la historia.
El segundo grupo de procedimientos del discurso remite a los aspectos del relato, esto es, a “los diferentes tipos de percepción recognoscibles” (Todorov, 1972: 177). Éstos reflejan la relación entre un él (de la historia) y un yo (del discurso), el personaje y el narrador. La forma que adopta este vínculo en Paterson parece combinar dos modos. Predomina la visión “con”, en la que el narrador conoce tanto como los personajes. Por ello no puede ofrecer una explicación de los acontecimientos antes de que los personajes la hayan encontrado. Esto se ejemplifica en el momento más tenso de la película, cuando el perro destruye la libreta de poemas del protagonista. Un narrador con una visión “por detrás” hubiera intercalado escenas en que se viera que el momento en que el animal toma los papeles y los reduce a nada, dejando los restos sobre el piso del living. Sin embargo, al salir Paterson y su esposa, la cámara se detiene brevísimamente en el cuaderno de poemas que queda sobre el sillón y luego en la mascota, con lo que podemos suponer que se está anunciando que pasará algo con él. Sería éste un atisbo de un narrador que conoce más que los personajes. La alternancia de las rutinas de Paterson y su mujer también podría actuar en este sentido: el narrador conoce lo que ambos hacen diariamente, hechos simultáneos sucedidos en distintos lugares (el trabajo y la casa), hechos que sólo pueden saber los personajes al comunicarse entre sí. De todos modos, es preponderante la visión “con” ya que, si el narrador supiera más que los personajes, tal vez hubiéramos conocido otros poemas compuestos por Paterson y se nos hubiera hecho saber de antemano que el arma del joven que intenta suicidarse en el bar es falsa. El desconocimiento que el narrador demuestra de este hecho es lo que permite cierta tensión dramática.
En cuanto al ser y el parecer, es notoria la falta de versiones sobre un mismo hecho, al menos en la historia principal (podrían citarse, en relatos muy breves narrados por los pasajeros del colectivo, el caso de los dos jóvenes que rechazan propuestas amorosas de jóvenes atractivas, variaciones de una misma historia que deja traslucir un “ser” de los hechos muy diferente: ellos se encuentran solos y cuentan esas anécdotas sólo para impresionar al otro, para “parecer”). No se nos presenta la historia a través de las proyecciones en la conciencia de un personaje: no sabemos nada, por ejemplo, de cuáles son los anhelos y las aspiraciones de Paterson como poeta. Sólo contamos con el juicio crítico de su esposa. De este modo, el filme no explota el “parecer” y se limita a la exposición de los hechos sin versiones que problematicen los acontecimientos.
Finalmente, el tercer grupo de procedimientos discursivos se vincula a los modos del relato, dependientes del tipo de discurso utilizado por el narrador para dar a conocer la historia. Los dos modos principales son los de la representación y la narración, que se corresponden con el discurso y la historia, respectivamente. A lo largo de la película, se da la representación a través del estilo directo, palabras vinculadas siempre a la narración y no al narrador, que no hace reflexiones ni comparaciones de ningún tipo. No se hace uso de la voz en off salvo en las ocasiones en que se dan a conocer los poemas de Paterson, pero en la voz del mismo personaje. El narrador se corre del foco de modo que las palabras no nos informen acerca de su imagen, sino la de los personajes, aunque no por ello deje en ocasiones de presentar los hechos de modo que los espectadores podamos recuperar ciertas comparaciones o reflexiones implícitas en el ordenamiento que ese narrador supuestamente ausente realiza del material narrativo.
Esta dinámica recupera la complejidad de las relaciones entre la objetividad y la subjetividad en el lenguaje. El estilo directo, ligado generalmente al aspecto subjetivo del lenguaje, recupera la información viniendo del personaje, por lo tanto es él el que motoriza la narración y contiene altas cuotas de objetividad. Y, a la inversa, el narrador –identificado a menudo con la enunciación histórica, con la objetividad– establece comparaciones o reflexiones que lo aproximan a los personajes. Hay subjetividad del narrador, por ejemplo, en la comparación establecida entre los quehaceres diarios de Paterson y su mujer, confrontados por un montaje alterno que muestra a uno repitiendo siempre la misma rutina, con breves momento para la actividad poética, mientras que su mujer explota todas las vías de creación a mano y le señala constantemente la importancia de que él dé a conocer sus poemas, de que haga copias para distribuirlos. La disposición de estas secuencias parece indicar que el protagonista debe darle más importancia a su producción literaria.
Estos procedimientos derivan, a fin de cuentas, en la construcción de una imagen del narrador. Éste se muestra bastante elusivo en Paterson, por la falta de una voz en off con la que vincularlo y porque no asume juicios morales explícitos al respecto; sólo encontramos pequeñas sugerencias por la disposición de los hechos o por la insistencia de motivos, vistos en el párrafo anterior. Sin embargo, como indica Todorov, “la ausencia de una apreciación representa una toma de posición igualmente significativa” (1972: 185). El nivel apreciativo nos presenta la imagen de un narrador que deja hablar a sus personajes y que asimila sus juicios a los de éstos: la insistencia de la mujer de Paterson en que éste haga copias de sus poemas y sus juicios explícitos respecto de la calidad de las composiciones, viniendo de alguien que se encuentra una búsqueda permanente de la creatividad en la esfera de lo cotidiano, nos permiten creer que también allí se encuentra el juicio del narrador, coincidente con el de su personaje.
Estrechamente vinculado con el narrador, la imagen del lector que se construye a lo largo de la película es, primero, asumida por un espectador que también tiene una “visión con”: conoce tanto de las situaciones como los personajes –salvo pequeñas excepciones, apuntadas previamente–. Esto construye un lector que acompaña los sucesos de los personajes en el medio cotidiano que transitan y lo predispone a no esperar, por ejemplo, grandes momentos de clímax narrativo, dado que lo que se está narrando es una semana en la vida de un lugareño, aficionado a la poesía y de oficio conductor de colectivos. La imagen del lector, espectador en este caso, es la de un sujeto paciente que recorre los hechos y se adapta a los tiempos de una película que explota el timing de lo cotidiano.
Para concluir, abordaremos el problema de la infracción al orden. Podríamos considerar que el desenlace muestra una infracción en la historia: luego de la destrucción de sus manuscritos y del encuentro con el poeta japonés, se esperaría un nuevo equilibrio de fuerzas entre trabajo y poesía. Estos dos acontecimientos, sumados a la insistencia de su mujer para que publique sus poemas, actuarían como una especie de advertencia para que Paterson deje de subestimar sus dotes poéticas. En ello podríamos encontrar una infracción a la historia, en tanto ésta se compone mayormente de su jornada laboral, sus paseos con el perro y su visita al bar. La poesía es una de sus formas de ocupar el tiempo libre (sobre el colectivo o en su casa). Por su parte, la infracción en el discurso puede registrarse en el final abierto, en contraste con la sucesión predecible de hechos rutinarios que compone la película. Si pensamos, como Todorov sobre Les liasons dangereuses, que “todo el relato consiste en la posibilidad de llevar precisamente a ese desenlace” (1972: 189), habríamos de afirmar que toda la densidad estética del relato deriva necesariamente en este final, que abre la rutina hacia un enigma y que cierra la semana laboral en el tiempo libre del fin de semana, momento en que el tiempo escapa de la cuantificación de la jornada de trabajo, las actividades se vuelven impredecibles y los encuentros, fortuitos. Esto deriva en la pregunta por el conflicto entre el orden expuesto en el libro y el de su contexto social. En el mundo construido en Paterson, no hay juicios morales de los personajes denostando su quehacer poético. El conflicto tan manido entre arte y vida, la percepción que la sociedad puede tener de la poesía como una pérdida de tiempo o una actividad improductiva frente al redituable mundo del trabajo y las rutinarias obligaciones familiares, no se verifica en esta ocasión. Se debe a la particular visión de la relación entre estos dos órdenes que subyace a lo largo de la historia, refractada en la vida de otros célebres nativos de Paterson, especialmente William Carlos Williams. El renombrado poeta (que también tenía un trabajo distinto del literario y que lo ponía en contacto con personas y actividades de su comunidad) logra, en su obra, un vínculo indisociable entre vida cotidiana y poesía en el que una abastece a la otra. No es inocente que película se titule “Paterson”, al igual que su protagonista y que uno de los grandes poema de Williams, obra que es un homenaje a su ciudad. El vínculo entre poesía y vida, visto desde el prisma de la cotidianidad, nos lleva a concluir que no hay conflicto entre los dos órdenes “sino más bien […] una serie de variaciones sobre el mismo tema” (Todorov, 1972: 192).

2) Paterson recoge las preocupaciones estéticas de la obra de William Carlos Williams y es, a su vez, un homenaje al autor y a su concepción poética. En primer lugar, la elección del protagonista, homónimo de la ciudad que habita y del gran poema de Williams, es un recurso para tratar los vínculos entre poesía y vida cotidiana o, ampliando el espectro, entre arte y vida. Como el mismo célebre autor, que se abastecía del uso de la lengua, recogido de la oralidad, el trabajo como chofer de colectivos le permite a Paterson escuchar atentamente conversaciones en que registra el habla de la ciudad. La vida “prosaica” no es, aquí, un material despreciable para el acervo del poeta. El modelo de arte poética y las formas que adquiere la poesía rompen la dicotomía entre arte elevado y cotidianeidad. Ésta se vuelve necesaria, y no un impedimento, para quien crea. Se trata de encontrar la palabra hasta en los mínimos resquicios del día a día, algo que sucede, por ejemplo, cuando Paterson inicia un poema con la publicidad de fósforos de su marca favorita. Hasta la disposición de las palabras en la caja, como si compusieran un megáfono, presenta vínculos analógicos que él puede explotar en sus composiciones.
El patrón para la creación, entonces, lo aporta la lengua cotidiana, marcando el movimiento mismo del poema. Los escritos de Paterson mantienen la frescura del habla de las calles; efecto deseado y no espontáneo, ya que lo vemos corregirlos a lo largo de la película, operación reforzada gráficamente por la aparición del texto sobre los fotogramas. Con ello, destruye la figura casi mítica del poeta que elige las palabras, como si fuera una tarea de laboratorio, de un lexicón aséptico que sólo brinda forma y contenido de cada término. El protagonista cumple con los dictados de su admirado Williams: “Cuando un hombre hace un poema, lo hace, quiero decir, toma las palabras como las encuentra, interrelacionadas a su alrededor, y hace una composición… para que constituyan una revelación en el uso de su lengua.” La actividad poética requiere, como refiere López Colomé, del compromiso del poeta con la vida, de su participación en lo que ve y oye.
En este sentido, el filme revela el potencial poético de la vida diaria, la importancia de quien recorre las calles y registra sus formas de expresión. Todos los modelos poéticos presentados en la película de Jarmusch apuntan en esta dirección y se oponen a la imagen del poeta en “la torre de marfil”. Desde la necesaria relación entre el oficio de chofer y el de poeta/recolector del habla, hasta la niña que compone poesía basada en cascadas, agua y baños, hasta el encuentro final con el poeta japonés, que se niega a la traducción de poemas, por fidelidad a la lengua que él habla. Todos contribuyen a construir la figura del poeta que se alimenta de imágenes y palabras que hacen las veces de válvula de la dicción poética formal.
En este sentido, el rol verdaderamente protagónico en la vida del poeta lo juega su ciudad. Las menciones a Williams y O’Hara, que tematizan con la claridad la importancia del lugar que habita el artista para su obra, indican la pertenencia del poeta a su ciudad. Las conversaciones de los pasajeros del bus, que recuerdan casos célebres de boxeadores y anarquistas recordados en Paterson (algunos de ellos hasta sus propios parques o espacios públicos), sientan precedentes para la construcción del protagonista como una nueva figura formada a partir de su integración al medio que habita. Parecen señalar que todo lo que es posible ser proviene de la ciudad que lo ve crecer y que es la única forma de glorificación, de ingreso a la memoria colectiva. El mural que Doc, el dueño del bar, compone con recortes de periódicos sobre celebridades relacionadas con la ciudad insiste en este sentido.
Estos elementos direccionan hacia una productividad de la ciudad, en una cadena que ubicará a los creadores junto a los antecedentes ilustres que la memoria de la comunidad recoge a cada paso, en las conversaciones habituales de la gente. El poeta es un emergente de esa voz y, literalmente, es el sonido de sus calles. Recuérdese, por ejemplo, el encuentro de Paterson con un joven que rapea en una lavandería. Como él, este poeta hace uso de las formas coloquiales de la lengua en un género indisociable del habla de su entorno, de modo que queda aún más reforzado el vínculo necesario entre discurso poético y discurso oral de la cotidianeidad.
En última instancia, lo que la película pone en primer plano es la naturaleza poética de la realidad que nos circunda. Se encuentra tanto en los personajes como en los espacios. De éstos podemos recuperar todas aquellas escenas en que la ciudad se refleja en el parabrisas del colectivo y las vidrieras, los espejos de la casa de Paterson y los retratos del perro que su mujer pinta. La recurrencia de las figuras dúplices, como los gemelos, que se conectan con el sueño que Laura tiene al comienzo del filme. Todos estos elementos construyen un mundo material de gran riqueza en su diseño, que demuestra la vida analógica y antropomorfa de lo que rodea al poeta, esos “efectos del paisaje”, según refería Williams en su carta A un discípulo solitario, que “son maravillosos para el poeta, y sólo en la medida en que los colores y las superficies revelen esto, tendrán importancia” (López Colomé, 2011: 5).
En el nivel de los personajes, Laura es quien mejor ejemplifica esta naturaleza poética existente en todo lo que rodea al poeta. Su afición por pintar las superficies de su casa y hasta su ropa en blanco y negro, los cuadros antes mencionados en los que retrata a su mascota, la decoración de cupcakes con los mismos colores, el aprendizaje de un instrumento musical, destacando siempre que es la primera vez que intenta tocar la guitarra o que se interesa por ella, denuncian una necesidad de creación desde la esfera de lo cotidiano. Su misma forma de hablar, con pequeñas incorrecciones como cuando nombra a “Carlos William Carlos”, revela la productividad de la oralidad, su dinamismo y riqueza. Con su anhelo de expresión en diferentes formatos y con distintos materiales –llega incluso a cocinar una tarta con ingredientes “secretos”, impensados para la comida que preparaba–, la mujer de Paterson muestra las potencialidades creadoras de aquello con lo que conviven las personas y no es casual que sea quien constantemente le insista en que todo el mundo debe conocer sus poemas. Ella, que también es el tema de uno de sus poemas y que explícitamente recupera con su nombre la figura de musa inspiradora. Como la Laura de Petrarca, pero más cotidiana, más terrenal y, por ende, más productiva para el modelo de poeta que su esposo representa.
Este vínculo estrecho y necesario entre vida y creación se replica, finalmente, en la construcción misma de la película, que adquiere la forma de una semana rutinaria en la vida de su protagonista. Que se nutre del habla de la calle, anulando cualquier función narrativa externa a ella o cualquier juicio de valor al respecto. Que muestra las preocupaciones cotidianas de quienes transitan por sus rincones, descubriendo a cada momento el lirismo en la esfera de asuntos que parecen revestir una importancia nimia, pero que están en el corazón de toda representación artística. En este sentido, el filme de Jim Jarmusch, con sus viñetas hogareñas, laborales y matrimoniales, con sus paseos de perros y charlas de bar, sin sobresaltos ni escenas de gran espectacularidad a las que nos tiene acostumbrados el cine actual, se asemeja lo más posible a los poemas de Williams y a los de su protagonista.



                                                                                                         Celia Burgos Acosta
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PATERSON ESQUEMA DEL film de Daniel Díaz Pizarro


Despertar
Sueño de Laura y conversación por la mañana
Historia del bus
Salida con el perro
En el bar
Gemelos que cruza y elementos duplicados
En la cascada



Lunes


Despierta a las 6:10 junto a su mujer. Desayuna solo.


Tenían dos hijos, gemelos. Uno para cada uno


Dos nenes hablan sobre un boxeador, se dice que mató gente en un bar



Sale con el perro a caminar y lo lleva al bar


Doc juega consigo mismo al ajedrez y Sam le presenta a su hermano gemelo
Paterson (el protagonista y la ciudad), los dos ancianos al ir al trabajo, Sam y su hermano gemelo, Doc jugando al ajedrez consigo mismo, dos retratos del perro



Termina de escribir su poema "blue Tips"






Martes






Despierta 6:15 junto a su mujer. Desayuna solo






Estaban en la antigua Persia y él montaba un elefante plateado





Dos hombres cuentan anécdotas sobre mujeres con las que tuvieron oportunidad de tener relaciones, pero no lo hicieron





Un grupo de jóvenes con apariencia de pandilleros le advierten que debe tener cuidado, ya que se lo podrían robar



Conoce a Mary y se presenta el personaje de Everett, a quienes Doc compara con Romeo and Julieta, Antonio y Cleopatra o Abbott & Costello




Miércoles
Despierta 6:10 abrazado a su mujer. Desayuna solo, ella se levanta y vuelve a la cama.



"La voz en off de Paterson recita su poema"
Conoce al rapero del lavadero que canta "me llaman Paul Laurence Dunbar" ( poeta, novelista y dramaturgo estadounidense de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX)
Doc sostiene una conversación con una mujer joven mientras Paterson bebe
Niñas gemelas afroamericanas cruzando la calle de la mano de su madre mientras Paterson conduce su bus


Almuerza en la cascada




Jueves



Despierta a las 6:30 abrazado a su mujer. Desayuna solo



Laura le dice que le gusta su olor cuando vuelve por la noche


Una joven la cuenta a su amigo la historia de Gaetano Brescci, un anarquista que vivió en Paterson




ESCENA ELIDIDA


Enfrentamiento entre Doc y su mujer por problemas económicos


Nenas gemelas de rosa en el bus y la niña que escribe poemas sin rima admiradora a Emily Dickinson




Inicia su poema "Resplandor"



Viernes


Despierta a las 6:30 solo. Laura está cocinando  magdalenas.


Le dice que quizá tiene "algo adentro" que no quiere levantarse



"El autobús se rompe"



ESCENA ELIDIDA

Everett saca un arma, amenaza a todos y Paterson lo desarma. El arma resulta ser falsa


Las señoras de violeta que Paterson ayuda a bajar del bus luego que este se rompe




Sábado


Despierta besado por su mujer. Desayunan juntos, hablan sobre William Carlos Williams y ella le pide que le recite "Solo para decirte"



Hablan sobre el enfrentamiento en el bar

Salen al cine a ver “The Island of Lost Souls” y a cenar para festejar el éxito de las magdalenas de Laura. Al regresar el perro comió el libro de poemas de Paterson ( se puede afirmar que "solo para decirte" le da voz al perro: "Sólo para decirte/ que me comí /las ciruelas/ que estaban en/ la heladera/ y que/ probablemente/ guardabas/ para el desayuno/ Perdóname/ estaban deliciosas/ tan dulces/ tan fría" )





Domingo


No puede dormir, su mujer le sugiere que siga durmiendo. No desayuna. Se sienta en el sótano solo





Conoce al japonés que admira a William Carlos Williams y está recorriendo Nueva Jersey para conocer más al poeta. Le regala una nueva libreta a Paterson y este inicia su poema "la línea".

Lunes



POEMAS

Blue Tips: "Tenemos un montón/de fósforos en nuestra casa./ Los tenemos a mano, siempre./ Actualmente,/ nuestra marca favorita es "Ohio Blue Tips",/ aunque solíamos preferir la marca/ "Diamante"./ Eso fue antes de descubrir "Ohio Blue Tips."/ Ellos están muy bien empaquetados, robustas cajas/ pequeñas. /con azul oscuro y claro, y la marca escrita en blanco,/ con letras escritas en la forma de un megáfono,/ cómo si quisiera decirle más duro al/ mundo,/ "Aquí está el fósforo más bello/ del mundo,/ de una pulgada y media de/ suave vástago de pino/ cubierto por una granulada cabeza púrpura oscuro,/ Muy sobrio y furioso,/ y obstinadamente listo para explotar en fuego/ prendiendo, quizás, el cigarrillo de la mujer que amas,/ por primera vez,/ y nunca fue lo/ mismo después./ Todo eso te daremos"./ Eso fue lo que me diste: Yo me convertí/ en cigarrillo, y en fósforo,/ o yo en fósforo, y tú en cigarrillo,/ brillando con besos ardiendo hacia el cielo."
Otro más: "Cuando eres niño aprendes que hay tres dimensiones:/ Alto, ancho y profundidad./ Como una caja de zapatos./ Luego, escuchas que existe una cuarta/ dimensión: El tiempo./ Hmm... Entonces, alguien dice/ que puede haber un quinto, sexto, séptimo.../ Me retiro del trabajo, bebo una cerveza en el bar./ Miro abajo al vaso, y me/ siento feliz."
Poema: "Estoy en casa./ Afuera está agradable: Tibio/ El sol sobre la nieve fría./ El primero de la primavera,/ o el último del invierno./ Mis piernas suben las escaleras y salen por la puerta,/ mi mitad superior, aquí escribiendo."
Resplandor: "Cuando despierto primero que tú/ y estás volteada hacia mí,/ cara sobre la almohada y el pelo disperso, /Me aferro a ese momento, y te observo,/ asombrado en amor y temeroso/ que puedas abrir tus ojos, y que la luz del día huya de ti./ Pero tal vez, ida la luz del día,/ verás cuanto mi pecho y mi cabeza/ implosionan por ti,/ sus voces rapadas adentro/ como niños no nacidos/ que temen que nunca verán la luz del día./ La hendidura en la pared, ahora arde oscura./ Es lluvioso y azul./ Me amarro los zapatos, y bajo para hacer el café.
La ruta: "Voy a través de trillones de moléculas,/ que se corren a un lado para hacerme lugar/ mientras que a ambos lados,/ trillones más se quedan donde están./ La escobilla del limpiaparabrisas comienza a chirriar./ La lluvia ha parado./ Yo he parado./ En la esquina un chico con un/ impermeable amarillo/ agarrado de la mano de su madre."



Calabaza: "Mi pequeña calabaza,/ me gusta pensar en otras chicas aveces,/ pero la verdad es/ que si alguna vez me dejaras/ me arrancaría el corazón/ y nunca lo recuperaría./ Nunca habrá otra como tu."

La línea: "Hay una vieja canción/ que mi abuelo solía cantar/ que contiene la pregunta:/ "¿O preferirías ser un pez?",/ En la misma canción/ está la misma pregunta,/ pero con una mula y un cerdo,/ pero el que escucho a veces/ en mi cabeza, es el pez./ Solo esa línea./ ¿Preferirías ser un pez?/ Como si el resto de la canción/ no tuviera que estar allí.



1)      PATERSON, un universo cotidiano.
La película de Jarmush narra la vida diaria de un poeta local de Nueva Jersey… y algo más.
Tiempo – Lengua – Poema. Tiempo en el sentido de la velocidad y la repetición. Lengua, como constructo social y el poema como conciencia necesaria de la comunidad.
Tiempo de la historia: siete días, una semana. Desde la mañana del lunes hasta el lunes siguiente.
El personaje principal es Paterson, el poeta colectivero... o colectivero poeta? Los demás personajes son subalternos: la esposa, el perro, el barman, los pasajeros, la niña poeta, los otros parroquianos, el poeta japonés. Son el paisaje humano del lugar (incluyendo al perro también, con sus manías, sus retratos, sus intromisiones).
La acción se repite obstinadamente: cada mañana, cada jornada laboral, cada almuerzo escriturario, cada noche en el bar. El paralelismo de los días se refuerza con el paralelismo léxico de los diálogos entre los esposos:
-¿Cuál es tu sueño?
 Poner un negocio…
-¿Cuál es tu sueño?
- Ser cantante country
El perro sale a pasear exactamente para el mismo lado todos los días, incluso el domingo. Y empuja el poste del correo todos los días y el colectivero lo endereza todos los días.
Tiempo del discurso: es tan lineal como el de la historia. No hay deformación temporal: ni flashbacks, ni anticipaciones. Sólo hay dos historias intercaladas, que son meros paisajes narrativos. Los asuntos más o menos domésticos de la esposa (compra de la guitarra y producción de muffins) y el romance desavenido de los chicos del bar. Sirven para caracterizar a Paterson.
No se puede considerar una “historia” a los diálogos de los pasajeros del colectivo, pero tienen una importancia mayor en el discurso porque son la base de los poemas de Paterson.
Aspectos del relato: el narrador es igual que el personaje, es decir, no aporta más información que la que tiene el personaje. Hay sólo una breve excepción: es el perro, quien empuja todos los días el palo de la casilla de correo. Sólo allí el narrador es mayor que el personaje.
Los modos del relato son como en la mayoría de las películas del cine sonoro: el narrador / cámara relata la mayor parte del tiempo y el estilo directo sólo aparece en los pocos diálogos que hay (con la esposa, los parroquianos del bar, el compañero de la terminal y al final, el poeta japonés). El modo es eminentemente narrativo.
Respecto de la objetividad y subjetividad en el lenguaje habría que distinguir entre el discurso del texto “Paterson”, que es constatativo y el otro discurso incluido en la película que son los poemas mismos. Allí el modo es performativo, allí la subjetividad prima. Aunque no lo parezca, aunque las palabras sean piezas de una máquina. Esta máquina habla humanamente.
No hay infracciones a los órdenes del discurso ni de la historia.
Narrador-lector, yo-tú, nosotros:
Creo que el narrador que Jarmush construye, en el lento estilo objetivo en que lo hace, nos sugiere varias cosas:
Todos podríamos ser poetas.
En general, la vida de la gente es así… no hay grandes pasiones, ni tragedias: el colectivo se descompone, tu mujer cocina y decora la casa… Si pasa algo raro, fue el perro!
Algo fuera de lo normal es el encuentro con el poeta japonés, que también es narrado con la misma objetividad y distancia (narrador/personaje) que el resto y, de hecho, no altera la rutina, como tampoco la altera la pérdida del libro que el perro había destrozado.
Algo que dice, más bien Williams, y que Jarmush sostiene con la elección del tema y con el nombre del personaje, es que el poema es construido/creado por la comunidad Paterson, por la lengua de Paterson, que no es individual, es un fenómeno social siempre. De una sociedad particular: Paterson, Nueva Jersey.


2) Reflexión brevísima.

El personaje Paterson es una personae dramática social. No es un individuo, es todos. Todos los trabajadores, todos los poetas (¡hasta los poetas japoneses!), todos los niños, todos los enamorados, todos los parroquianos, todos los lectores, todos los vecinos…todos nosotros. Los que somos construidos y construimos la lengua de una comunidad.
El poema es una máquina… igual que el colectivo! Bien, Jim! El poeta Paterson será un hombre común, con un empleo común…”Omnibus”=para todos! El habla desprevenida de los pasajeros será parte del poema, la cascada también, las palabras/imágenes de todas las artes, también. Es una máquina que habla: yo, mi pueblo, mi lengua, mi modo propio, mis poetas (Dickinson, Pound, Ginsberg). La intromisión del poeta beat es un poco rara…pero señala también el localismo que deviene necesariamente historia y cultura norteamericana. Ellos inventaron el hippismo, Vietnam y su derrota. Además, un italiano anarquista. El colectivero no disparará 4 tiros al rey Umberto, pero tampoco comprará, ni usará ipods, ni celulares! Del mismo modo que Doc no pondrá un televisor en el bar. Doc también es un poeta local, juega al ajedrez, ni corre, ni usa aparatos. Son mellizos, el colectivero y el barman. En Paterson hay muchos mellizos! Abbot y Costello también.
La vieja consigna: pinta tu aldea y pintarás el mundo! Un mundo cotidiano, una trascendencia individual, práctica, simple, estadounidense…Sin embargo… Allí estamos todos, con nuestras pasiones (los comunes casos de toda suerte humana…); nuestra contemplación de los seres; nuestra lucha por la supervivencia en un mundo con demasiados dispositivos electrónicos; nuestra conciencia del mundo; nuestra resistencia humilde, pequeña (como tú piedra pequeña, como tú…); nuestros poetas:
La vida sencilla
Octavio Paz
Llamar al pan y que aparezca 
sobre el mantel el pan de cada día; 
darle al sudor lo suyo y darle al sueño 
y al breve paraíso y al infierno 
y al cuerpo y al minuto lo que piden; 
reír como el mar ríe, el viento ríe, 
sin que la risa suene a vidrios rotos; 
beber y en la embriaguez asir la vida, 
bailar el baile sin perder el paso, 
tocar la mano de un desconocido 
en un día de piedra y agonía 
y que esa mano tenga la firmeza 
que no tuvo la mano del amigo;
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¡Qué otro estilo! ¡Nada que ver! Claro, pero la idea, se me antoja la misma. La vida sencilla de cualquier trabajador, de los amantes, de todos nosotros, es lo que el poema muestra y aún más, lo que el poema propone. Esto es también lo que el poético texto de Jarmush hace.
Nuestra sencillez, obligatoria en esta época de masas uniformes, también aparece en la película en la pequeña rebelión de Paterson contra la sugerencia de usar un celular moderno. La poesía, manuscrita, del colectivero se rebela contra los estilos pomposos clásicos de la poesía tradicional y contra la velocidad, de las máquinas, del consumo. La producción de poemas es lenta, manuscrita, interrumpida… y está bien que así sea. El poema es una máquina lenta, de producción y significación lenta. La película también.
Cotidiana, simplemente, miramos la naturaleza, leemos, desplegamos y replegamos nuestras ilusiones, amamos, pensamos, nos oponemos a la guerra. Nosotros, los de Paterson, los de La Paternal, los de Osaka. Hay una comunidad gigante, que es la humanidad. Pero hay también migrantes: el hindú y el japonés. En ellos hay algo que no es entero. El pobre Donny tiene problemas en casa, en su cuerpo y en su familia en la India. El japonés tiene los dedos rotos y la imposibilidad de la traducción. Lo sabe, la traducción es imposible. Sólo es posible la aldea propia. La lengua propia, la poesía propia. (Recordé a Murena y su diatriba contra el viaje).
Simple y poéticamente debería transcurrir nuestra vida, nuestra comunidad, nuestra lengua en el poema.
.Andrea Sayago